Policía armada 2. Hijos del franquismo

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El anterior volumen de "Policía Armada: la policía franquista", relataba historias de la policía de Franco y sus atropellos, pero desde un punto de vista un tanto incompleto, sin entrar a profundizar en las consecuencias de esos abusos y el auténtico calvario que suponía para las víctimas enfrentarse a sus consecuencias.

Asimismo, la historia de Esther y su Bultaco Lobito (perteneciente al relato "Hay que educarlas") captó pronto mi atención. Por ello, decidí elegirla para ofrecer una visión más completa, en donde se presentara toda la problemática de las salvajadas que se vieron en el primer volumen.

En este nuevo relato seguiremos, pues, a Esther, y seremos con ella testigos de primera mano de lo complicado que era ser mujer durante el franquismo, incluso en sus años finales, y más aún si se tenía que enfrentar a un embarazo. Nervios, soledad acuciante y desesperante, y todo ello en un entorno que no facilitaba la información, donde no existía Internet y lo único que las chicas de la época tenían para conseguir despejar sus innumerables dudas eran los libros de la biblioteca y, sobre todo, el "boca a boca" de sus amigas más cercanas, a veces tan llenas de dudas como ellas mismas, cuando no tergiversando - de manera inconsciente, por supuesto - la realidad, y solo contando con la experiencia de mujeres adultas que ya hubiesen pasado por ese drama o ya fuesen madres.

Por si todo eso fuese poco, encontramos también a todo un variado elenco de aprovechados, oportunistas y vividores que se beneficiaban de la desgracia de las jovencitas para su propio lucro o, simplemente, por satisfacer su líbido y darse placer. Sin querer o sin importarle, parte de la sociedad con sus tabúes y prejuicios los protegía, los permitía o, incluso a veces, los incentivaban. Frente a toda esa cohorte de legalismos, prohibiciones, desalmados y leguleyos, se encontraba una mujer menospreciada, minusvalorada y desprestigiada. Quizá, por fortuna, a las jovencitas de hoy les resulte demasiado difícil poder ponerse en su lugar, entender lo que aquellas auténticas víctimas del franquismo - mucho más, y con quizá más derechos, que otros a los que se les rinde hoy tributos y homenajes - tenían que padecer y soportar. Afortunadamente, decimos, la mujer de hoy, sofisticada y moderna, no se le suele amordazar tan fácilmente como antaño. Pero, aún así, queda todavía un largo camino que recorrer, baste solo echarle un vistazo a las numerosas víctimas de la violencia machista - mal llamada con la dulce y anodina palabra de "violencia de género", tan políticamente correcta que se usa por muchos gobernantes y textos de burócratas -, crecientes año tras año, para dejar en evidencia que todavía hay muchos resquicios en donde la mujer no tiene solo ni voz ni voto, sino que tampoco ningún aprecio o, siquiera, valor.

Junto a todo eso nos encontramos a la sociedad cerrada de la época, despiadada y llena de prejuicios y reparos de esa España reprimida y subyugada que, por desgracia, aún de muchas formas y subterfugiamente, todavía encontramos hoy.


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Autor
A. Bial Le Métayer
Formato
pdf y mobi
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Policía armada 2. Hijos del franquismo

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